Presentación

2007 fue un año re importante para mí, principalmente porque me fui de la casa de mis papás para estudiar arquitectura en Santiago. Pero independiente de eso, lo que tal vez marcó el rumbo de lo que que vendría fue el hecho de que ese verano (en enero, específicamente) fui a Inglaterra por un intercambio para estudiar inglés y me tocó pasar mi cumpleaños -el número 18- allá. Escenario idóneo para un viaje introspectivo.
Aunque la idea ya había rondado mi cabeza hace tiempo, en Inglaterra llegué a la conclusión de que no estaba satisfecho con quien era, de que estaba encaminando mi vida de un modo muy pobre. Cerrando el silogismo con la premisa de que tenía la suficiente fuerza de voluntad, decidí que era momento de cambiar y responder más claramente a las preguntas metafísicas y existenciales que me habían estado azuzando desde tiempo atrás. El experimento de la adolescencia había terminado y era hora de sacar lecciones de esos años.
Uno de los ámbitos clave en este proceso fue la música. Decidí que era el momento de dejar atrás las barreras que de alguna forma me había impuesto e iniciar una exploración sin guía de ruta, que me permitiera alcanzar todo el amplio espectro sonoro que había estado pasando por alto hasta entonces.
Obviamente, esta investigación por lugares recónditos fue a tropezones y muchas veces llegué a descubrir sonidos que no merecen la pena volver a ser oídos. Pero era un viaje que yo estaba guiando, y estaba dispuesto a invertir mi tiempo con el sólo afán de aprender tanto como pudiera.
Los blogs fueron uno de los principales medios para este fin. Uno de los que recuerdo con cariño es Get Off My Elevator. Gracias a páginas como esta pude llegar a descubrir un montón de música que desconocía, y tras un tiempo de navegación por estas aguas por mí inexploradas, decidí que quería empezar a compartir aquello de lo que yo mismo estaba aprendiendo. Abrí Hijos de Saturno con este objetivo sencillo. Por eso no hay límites; no puede, no debe haberlos. Cuando se imponen límites, el aprendizaje es truncado, es marchito por definición.
Sin embargo, si bien este blog no tiene límites musicales, sí tiene una filosofía muy clara sobre cómo funciona el mundo. El capitalismo ha destruido las artes y el conservadurismo no hace más que opacar el potencial creativo del ser humano. La música no puede regirse por una lógica mercantil; en la actualidad no puede, de hecho, ser definida como un bien privado, sino como un bien público –su consumo no es excluyente ni rival. Abrir espacios como este permite, así, difundir el acceso a la música y contribuir a la expresión humana honesta y sin límites.
Volviendo a mi historia personal, Hijos de Saturno ha sido no sólo algo para los demás, sino algo para mí mismo. El blog tiene un valor personal: en mi vida hubo muchos cambios en los años que siguieron el inicio de Hijos de Saturno, lo que lo transformó, en cierta medida, en un registro vivo de mi devenir. Y eso le da más fuerza a la idea de que esto no puede quedar acá.

Ignacio MF.

No hay comentarios:

Publicar un comentario