The Stooges | 1973 | Raw Power

Garage Rock | Proto-Punk
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Enlace | mp3 | 320 Kbps

Iggy Pop (voz), James Williamson (guitarra), Ron Asheton (bajo y voz de fondo), Scott Asheton (batería) y David Bowie (piano y percusión)
Fun House fue el primer disco de The Stooges que escuché, y le siguió el debut homónimo de la banda. Los dos primeros álbumes del cuarteto me volaron la cabeza, cada uno desde su flanco particular. Sin duda tenía que escuchar el legendario Raw Power.
Sin embargo, no fue lo que esperaba. No lo entendí. Creí que estaba escuchando una versión fallada. ¿Cómo iba a sonar tan mal? Pero le di más oportunidades, aunque seguía sin entender. Hasta que sucedió: de a poco empecé a recordar las canciones. Y empecé a necesitar escucharlas de nuevo, hasta que de pronto ya me sabía todo el disco de memoria. No me aburría de escucharlo una y otra vez. Lo entendí.
Raw Power es, indudablemente, el punto más alto de la discografía de The Stooges, incluso dentro de su trilogía original. La efervescencia desbordante, el ímpetu incontrolable de la banda ya estaba teniendo consecuencias: el bajista David Alexander había sido despedido por su alcoholismo, Iggy Pop lidiaba con su adicción a la heroína y la estabilidad de la banda pendía de un hilo. En medio de la turbulencia de los excesos, el cuarteto ahora conformado por Iggy Pop, el recién ingresado James Williamson, y los hermanos Ron y Scott Asheton logró de alguna manera centrarse en un proceso creativo de la mano de David Bowie en la producción. El resultado fue Raw Power, fiel reflejo de esa impudicia callejera, ese descontrol liberador y desenfreno temerario en que se sumían los oriundos de Ann Arbor.
El álbum tiene un sonido sucio, mugriento, bruto, sin contemplaciones por el cuidado; y es precisamente eso lo que permite plasmar sin filtro ese espíritu sin igual de los Stooges, ese sonido que la banda construye como si no hubiera mañana, como si la vida se jugara en esa música. Un Iggy Pop sencillamente poseído (es fácil no reconocerlo en una primera escucha) se apoya en una instrumentación tan sólida como en los álbumes previos, pero en que se hace evidente la incorporación de Williamson en la guitarra y el paso de Ron Asheton al bajo, lo que le dio al sonido de la banda un giro quizá menos psicodélico, pero no menos poderoso, sobre todo si se agrega a la receta la batería de Scott Asheton, que –aunque baja en la mezcla– le da una intensidad descollante a Raw Power.
Y cuando se pone todo –sangre, sudor y lágrimas– en la música y se tiene, además, el talento incomparable que el cuarteto ya había manifestado en The Stooges y Fun House, el resultado no puede ser sino una obra maestra. Raw Power no tiene puntos bajos y sólo crece con cada escucha. Y sin duda alguna, es a la vez imagen de una energía creativa voluptuosa y arrebatada, y de una destemplanza, una vehemencia rabiosa que, tristemente, no terminó bien en su frenesí. The Stooges se disolvieron, dejando atrás tres piezas claves de la historia del rock. -IMF

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